sábado, 27 de febrero de 2016
viernes, 26 de febrero de 2016
sábado, 20 de febrero de 2016
UNA VELADA LITERARIA EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES
UNA VELADA LITERARIA EN EL MUSEO
DE BELLAS ARTES
(Caracas, 1993)
Edgardo Malaspina
1
Asisto a unas jornadas sobre
ética en la literatura en el Museo de Bellas Artes. El nombre de por sí es
elocuente. Hablarán de las letras como arte con la posibilidad de convertirse
en mercancía, compromiso ético del escritor y su papel ante la sociedad, los
plagios, las asociaciones de escritores; además, debatirán si en la literatura
como en el amor todo se vale.
Los ponentes son unos pesos
pesados del mundo escritural: Arturo Uslar Pietri, Rafael Cadenas, Rafael
Arráiz Lucca, Gustavo Luis Carrera, Denzil Romero, Luis Barrera Linares, Igor
Delgado Senior, Coupolican Ovalles, José Balza, Juan Nuño, entre otros.
3
Arturo Uslar Pietri dice que la
producción literaria es un acto
solitario, individual. Una biblioteca tiene rincones con libros y manuscritos que sólo conoce su
dueño. Sobre el Socialismo Real y la literatura afirma: “Ni Felipe II ni Luis
XIV tuvieron tanta injerencia sobre la libertad de conciencia de los hombres.
Ese control absoluto sobre el trabajo intelectual le estaba reservado al siglo
XX con la aparición de los regímenes totalitarios y la literatura
comprometida”.
4
Al terminar su intervención
saludo a Arturo Uslar Pietri, hago algunos comentarios sobre su discurso y le obsequio mi libro “Del Socialismo Real a
la perestroika”. Lo hojea, lo coloca en un bolsillo de su paltó y me dice: lo revisaré. Me da la mano y se
marcha.
5
José Meléndez, amigo de andanzas
en Rusia, me presenta a Coupolicán Ovalles. Luego visitaré varias veces la sede
de la Asociación de Escritores de Venezuela. Allí conversaré con Elí Galindo y
Luis Camilo Guevara. Todos ellos beben vodka mientras conversan de poesía y de
cualquier tema que cruce sus mentes. Coupolicán me regala un hermoso libro
autografiado, de lujo, sobre “La casa en
la poesía venezolana”.
6
“En la casa surgen las íntimas
convivencias, los anhelos, alegrías y angustias, que marcados en ese ámbito
dejan sus huellas profundas en el espíritu.”(Gustavo Pérez Ortega)
7
“…Dejemos que las casas penetren
al lector, sus patios los llenen de hojas y de plumajes de aves de corral; que
el viajero tenga asiento en ellas y el errante pueda pueda descansar sus
adoloridos pies frente a uno de sus muros”.(Elí Galindo).
8
“Casa del cielo o pálpito de las
teogonías. El ser universal, desprendiéndose de su forma imaginaria, morfología
de un parto de presencias: el hombre como patio, como techo, como pájaro o como
rayo de romas.” (Coupolicán Ovalles).
9
Las citas son del libro sobre
“La casa en la poesía venezolana”, que me obsequió Coupolicán entre tragos y
promesas de entregarme el material médico de su abuelo Víctor Manuel, y una copia de “¿Duerme usted, Señor
Presidente? (“Todo está podrido, Miraflores también”).
Una vez conversábamos sobre la
extinta URSS. Lo llamarón para una reunión, pero declinó asistir y me dijo: yo
aprendo más aquí hablando de Rusia. No tengo nada que buscar por allá.
En otra ocasión, mientras escanciaba una
botella de vodka, me preguntó: ¿Tienes fuerza de voluntad para no beber aunque
sólo sea un día? No espero mis palabras y el mismo se respondió: yo no la
tengo.
10
La casa es una necesidad de todo el mundo animal, o de casi todo.
Entre las páginas del libro del cual hablamos coloqué un recorte que tomé de El
Nacional y que me conmovió:
“…En un pequeño pueblo de China
una pareja de golondrinas construyó un nido en la cornisa de una casa. El dueño
de ésta última inmediatamente destruyó el refugio de las aves. Por cinco veces
consecutivas las golondrinas hicieron su
nido, y por tanta veces el dueño lo destruyó. Hasta que los pájaros, en un
desesperado arrebato de impotencia, se suicidaron lanzándose en picada…”
11
Coupolicán debe hablar en las
jornadas del Museo de Bellas Artes sobre los gremios en la defensa de la ética.
El jefe de protocolo lo llama varias veces, y cuando se constata su ausencia
interviene y grita una mujer desde el fondo
de la sala: ¡Búsquenlo en un bar de Sabana Grande!
12
En la Sociedad de Escritores le
cuento a Copoulicán el incidente con la mujer. Sin pensarlo me contesta: lo
sabía, por eso no asistí. Prefiero estar lejos cuando me tiran mierda.
lunes, 15 de febrero de 2016
viernes, 12 de febrero de 2016
BLUE LABEL/ETIQUETA AZUL
BLUE
LABEL/ETIQUETA AZUL
La tuve entre mis manos, leí algunos párrafos
y me fui a la red. Los primeros comentarios me desanimaron: un señor, entrado
en años, afirmaba no haberle gustado porque
esa no es la juventud venezolana y por lo tanto la obra no merecía el galardón
que le concedieron (Premio Iberoamericano de Novela Arturo Uslar Pietri, 2010).
Otro, basándose en los comentarios negativos, simplemente escribió: “Otro libro
que no leeré”.
Sin
embargo, cuando me enteré que la protagonista quiere ser francesa en el futuro para liberarse de su
infernal país, entonces continué con la lectura porque, cada vez más a menudo
escucho, de mis alumnos y de la juventud
en general, esos anhelos, reflejos de nuestra desesperanza y caos socioeconómico,
refrendados en lacónicas frases: tengo que sacar el pasaporte y sueños con irme
a otro país. Y esas aspiraciones no se relacionan con una determinada mundovisión
política, porque hasta la hija menor de Chávez, padre del socialismo XXI
venezolano, se ha marchado al extranjero.
El
recorrido que hacen los personajes a través de la geografía nacional, ubica el
texto en el marco de la literatura de viajes con tinte claramente político, en
el más amplio sentido de la palabra. A los problemas familiares de estos
párvulos, se agregan las calamidades del país, de las cuales culpan a las
generaciones que les precedieron.
El
autor nos muestra el lenguaje peculiar para expresarse de estos jóvenes,
hilarante e incomprensible, aparentemente, para los mayores. En algún momento
me pareció que la actitud escapista de la protagonista, Eugenia Blanc, tiene semejanza con la de Alberto Soria, el
de ídolos Rotos (1905, Manuel Díaz Rodríguez) y que ha sido catalogada de
pesimista. Puede ser: la incomprensión y el desarraigo están presentes en
cualquier época.
En
su periplo, en busca del abuelo francés de Eugenie, los muchachos hacen todo
tipo de fechorías menores, beben mucho whisky Etiqueta Azul (que le robaron a un militar
chavista), revisan y reinterpretan nuestra Historia, escuchan a Bob Dylan y a Paulina Rubio, pero más al estadounidense y
escriben “peomas” (si, peo-mas), una especie extravagante y ridícula de la
poesía, que mueve a la risa, independientemente de su profundidad en cuanto al
realismo sucio.
Esta
novela de Eduardo Sánchez Rugeles es excelente porque refleja un momento
crítico de nuestro acontecer nacional a través de una generación (o de un
segmento de la misma , por lo menos) que está llamada a construir nuestro
futuro, pero que se siente perdida.
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