“Patria
o muerte”, la novela de Alberto Barrera
Tiszka, ganadora del XI Premio Tusquets Editores, es un reflejo de la Venezuela
actual, marcada por los desencuentros. A través de su lectura nos encontramos
con el acontecer diario nacional; y da la impresión de estar frente a un
noticiero por tv o ante la página de un periódico. Es una novela –documento,
una novela de no ficción a lo Truman Capote. Es decir, todo lo que se describe
en ella es real, aunque creo que lectores no venezolanos pensarán que es un
invento literario por los episodios grotescos relatados. Varios cuadros se
cruzan en una narración magistral llena
de suspenso y gran tristeza que nos lleva hasta una pregunta: ¿Cómo hemos
llegado hasta esta vida miserable, a esta tragedia monumental, donde pareciera
no haber espacio para el entendimiento mínimo? La respuesta pudiera estar en la
Historia Política Universal reciente: ningún proceso político signado por el
marxismo (en casi cincuenta países) aceptó verdaderamente sus errores y los
corrigió. Sus promotores jugaron a todo o nada; y a la final se quedaron sin
nada con sus pueblos empobrecidos. Y después de tanta incomprensión,
humillaciones e insultos; igual se vieron obligados a dialogar y reconocer a los otros. Por eso en Rusia dicen con sarcasmo que las
revoluciones socialistas son el camino más largo para llegar al capitalismo.
Con
este libro he recordado con nostalgia a mi tutor del doctorado en Moscú, Víctor
Frolov. Él era el decano de Medicina y Secretario General del Partido Comunista
de la Universidad. Nos daba lecciones de Fisiopatología con una claridad
inigualable y nos arengaba cuando partíamos a los trabajos estudiantiles y
voluntarios para limpiar el campus universitario o las calles de la ciudad, por
ejemplo. Hablaba de la moral comunista, de Marx y de Lenin. Cuando empezó la
Perestroika me acerqué a su oficina como siempre solía hacerlo para que me
orientara.
“Esto
de la Perestroika es porque hay cosas que los comunistas no hemos hecho bien”.
Eso me dijo. Pasaron casi tres lustros y regresé. Lo busqué. Estaba en su
cubículo con su pipa y todavía era decano (no tenía contrincante). Por supuesto
que le pregunté por todos los cambios políticos. Me contestó brevemente pero
con mucha seguridad: “Actuamos mal en muchas ocasiones. No había traidores a la
patria, sino gente que pensaba distinto a nosotros…”
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario