Edgardo Malaspina
La
remoción de retratos, estatuas, nombres y otros símbolos políticos se ha hecho
a través de la Historia de dos maneras: con una rebelión que los borra de un plumazo por considerarlos fastidiosos, ofensivos e insoportables; o con
el paso del tiempo o caída libre, consecuencia de una acertada prudencia política.
Antonio
Guzmán Blanco se levantó estatuas y le puso su nombre a los Estados y a cuanta
institución le pasara por su afrancesada cabeza. Sus estatuas fueron derribadas
y su nombre quedó solamente en los libros de Historia.
Cipriano
Castro inició su Revolución Restauradora el 23 de mayo de 1899, y al llegar al
poder ese mismo año instauró una nueva fecha patria: el 23 de mayo. ¿Quién se
acuerda de ella?
Marcos
Pérez Jiménez fue proclamado presidente de facto un 2 de diciembre (1952), fecha que fue
declarada fiesta nacional; y hasta construyó una urbanización con ese nombre.
También declaró los días cercanos al 5 de Julio como la Semana de la Patria,
para resaltar sus logros y asociarlos a nuestros héroes independentistas. Al
ser derrocado, la Semana de la Patria fue olvidada, la urbanización 2 de
Diciembre pasó a llamarse 23 de Enero, y sus retratos fueron quemados en casi
todos los pueblos de Venezuela. Es un problema fisiológico: el cerebro se
aburre de ver lo mismo todos los días.
El
4 de febrero…bueno, ustedes completen lo que sigue…
Ahora
bien, ¿es correcto sacar los retratos de Chávez de los espacios de la Asamblea
Nacional?
-Sí,
es correcto; pero no la manera como se hizo. Eso creo. Es correcto porque los
símbolos de un Poder (Ejecutivo) no deben estar en la sede de otro como el
Legislativo. Es una mala señal.
La
manera como se retiraron los retratos es cuestionable porque el afecto de
muchas personas por un líder político subyace sobre un sentimiento parecido al
religioso. Y nadie se mete con la religión del otro, so pena de caer en
fanatismos. La tolerancia aconseja respetar los sentimientos de todos nuestros
hermanos venezolanos. Si tomamos como referencia la política africana, el
ejemplo a seguir es Mandela, no Mugabe.
Hay
dos casos de prudencia política para
tomar en cuenta: los españoles esperaron cuarenta años para remover los
símbolos del franquismo, precisamente para evitar enfrentamientos inútiles. Y
sin embargo, algunos franquistas escriben cartas de protestas. Pero ya por
razones cronobiológicas son minoría.
A
Vladimir Putin le han hecho muchas peticiones para retirar el cadáver de Lénin
del Kremlin. El líder ruso invariablemente contesta: que lo hagan las
generaciones venideras. Es claro que
no quiere reabrir debates bizantinos que sólo provocan enfrentamientos y
pérdida de tiempo.
Por
supuesto, en Venezuela no debemos esperar tanto tiempo para realizar los
cambios de ciertos símbolos políticos, que la mayoría exige; pero es necesario
hacerlo de manera prudente y respetuosa para evitar que algunos interesados
solivianten a sus partidarios.
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