UNA VELADA POÉTICA EN TUCUPITA
Edgardo Malaspina
1
Vamos a la Biblioteca
José Balza de Tucupita para un recital de poesía. Un bardo explica en un poema
lo que debe entenderse por un
presidente: un sapo es jardinero, un loro es locutor… y un burro es presidente; pero aclara
diligentemente que su poema tiene vigencia hasta 1998. Por si acaso. Luego lee
otro poema sobre la revolución. Es un poema onomatopéyico que imagina la
revolución como una lucha armada con disparos de metralleta, pistolas y otros
aperos bélicos: la revolución es shiiii, pam, pam, pam pum pun,
ratatatatatatatatata…
¡Oh, la poesía y sus
variantes infinitas!
2
Interviene una mujer.
Habla en versos de su hoja curricular. Otro de sus poemas es una enumeración
de algunos productos alimenticios.
Platillón, nuestro chofer, abandona el recinto y murmura que eso parece una
lista para hacer mercado. Esto es una vaina de locos, remata mientras mastica
tabaco juntado con chimó aliñado y cubierto de miel para fortalecerlo.
3
Una poetisa delgadísima, con lentes y que a
cada rato enciende un cigarrillo, lee unos versos feministas en los que define
lo que es un amante. Me gustan esos versos.
Otro poeta pide ayuda
para leer su obra. Pronuncia una letanía y el público debe decir “amén” después
de cada párrafo. Así lo hacemos y nos queda el sabor de que estamos rezando en una iglesia.
Una joven warao habla de la poesía en las
canciones de su pueblo. Entona una música bella y canta en warao. La canción se
llama “El amigo garza”. Le pregunto luego el significado: “garza tu comida es
un camarón y cuando no lo consigues aquí te vas a otro lado”.
Otra joven lee sus versos dedicados a su padre
muerto. Mirian, la esposa de Miguel Pérez, ve un parecido entre esos versos y
la canción “Mi querido viejo”. Pérez lee sus versos dedicados a su abuela de 103 años.
4
Salimos. Recorremos la ciudad. Bajamos al
malecón. Varias lanchas cruzan el río.
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